¡Es la Fiesta de Navidad! ¡Cariñosos saludos y una feliz Navidad a todos los que están tratando de vivir los mensajes de María! Los saludo y les deseo un buen comienzo para el Año Nuevo. Recordemos primero el mensaje del 25 de noviembre, a principios de Adviento. Ahí la Virgen nos pidió preparar nuestros corazones para la venida de Jesús. Nos invitó a la Confesión como el primer acto de nuestra conversión y de nuestra decisión por la santidad. Nos dijo también que no pospusiéramos esta decisión para otro día, sino que la tomáramos ya. También nos alentó a permanecer con Ella en este camino a la santidad y de nuevo repitió: "oren, oren, oren" y que tomáramos en serio la oración. Yo espero sinceramente que todos hayamos tratado de hacer realidad este mensaje durante el Adviento como preparación al gran día del nacimiento de Jesús. Sólo Dios pudo darnos la gracia de prepararnos bien, pero a nosotros nos tocaba orar intensamente por ella. Espero también que hayamos celebrado la Navidad tal como María deseaba que lo hiciéramos y que nos hayamos preparado bien para la venida de Jesús.
Durante las últimas semanas, vino una gran cantidad de croatas a confesarse. Los numerosos confesionarios estuvieron llenos varias horas, día tras día. También hicimos una Novena en la Colina de las Apariciones a partir del 16 de diciembre. Ahí, rezamos el Rosario e incluimos en nuestras intenciones a todos los peregrinos que han venido a Medjugorje y rogamos para que todos sigan fieles a María en su camino a la salvación. Diariamente, una gran cantidad de personas estuvo rezando con nosotros. Por el momento, los peregrinos más numerosos son los de habla francesa, pero esperamos a muchos más para la víspera de Año Nuevo -- de Alemania, Italia, Austria, las Repúblicas Checa y Eslovaca, EU, Inglaterra y de la lejana Corea. El 31 de diciembre comenzaremos a las 10:00 p.m. con oración y la Santa Misa iniciará a las 11:15, a fin de que la Consagración tenga lugar justamente a media noche.
Es una realidad que, a la hora de la Consagración, el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, pero también es simbólico el cambio de año, de tal modo que esperamos que esto se traduzca igualmente en un cambio interior para nosotros y que Jesús, con Su venida, nos transforme para el Nuevo Año. Yo espero que muchos peregrinos en casa pasen la noche del Año Nuevo unidos a nosotros en la oración -- rezando por todos los planes y proyectos de María alrededor del mundo.
Con respecto a los videntes, Vicka estuvo un poco enferma en estos días pero ya está mejor y dice que aún continúa teniendo apariciones diarias. Marija está en Italia e Ivan estuvo aquí dos semanas en diciembre hasta unos días antes de la Navidad, cuando regresó a los EU con su esposa y su hijo. Mirjana e Ivanka están en casa como siempre. Jacov tuvo hoy la primera de sus apariciones anuales. Como seguramente saben, el 12 de septiembre la Virgen dio a Jacov el 10° secreto y le dijo que a partir de ese día ya no seguiría apareciéndose a él diariamente. La Virgen también le dio un mensaje ese día y lo alentó a permanecer en el camino de Jesús y a ser testigo de este camino de paz y amor para mostrar cómo actúa Dios en y a través de las personas. Finalmente, la Virgen le prometió aparecérsele una vez al año tal como hace a Mirjana e Ivanka. Ella eligió el día de Navidad como día de su aparición anual a Jacov y yo tuve la oportunidad de estar presente durante la misma. Jacov se preparó primeramente acudiendo a la Santa Confesión y asistiendo a la Santa Misa en la comunidad de Sor Elvira. Después, junto con su esposa, la familia de ella y algunos amigos, se fue a su casa a orar y María se le apareció ahí. Después de la aparición, la cual comenzó a las 11:50 a.m. y duró 12 minutos, Jacov escribió:
"La Virgen vino gozosa. Ella me saludó, como siempre, con '¡Alabado sea Jesús!'. Me habló de los secretos y después me dio este mensaje:
Mensaje a Jacov el 25 de diciembre de 1998
"¡Queridos hijos! Hoy, en el cumpleaños de mi Hijo, mi corazón está lleno de inconmensurable gozo, amor y paz. Como su Madre, Yo deseo que cada uno de ustedes sienta ese mismo gozo, paz y amor en el corazón. Por eso, no teman abrir su corazón y rendirse completamente a Jesús, porque sólo así El podrá entrar en su corazón y llenarlo de amor, paz y gozo. Yo los bendigo con mi bendición maternal'."
Después de la aparición, Jacov lloró un rato. Una vez que se tranquilizó, dijo que no había llorado porque la Virgen estuviera triste, sino más bien porque la aparición le había parecido demasiado corta. Para nuestros videntes, las apariciones de María son algo realmente extraordinario y me atrevo a decir que nosotros, los cristianos normales, difícilmente podemos imaginar lo que esto significa para ellos. Sólo podemos dar gracias por el hecho de siquiera poder creer que María realmente se está apareciendo diariamente y que es una gracia enorme. Que su aparición a algunos de los videntes sea tan solo una vez al año es también una gracia muy grande y una gran ayuda para nosotros. Por tanto, pido al Señor que todos podamos abrirnos a la bendición maternal de María y que, en este Nuevo Año, sigamos siendo fieles en este camino con la Virgen.
Al contemplar el mensaje de hoy, encontramos que María nos bendice.
Ella dice primero...
... y añade además
Ciertamente, ya estamos acostumbrados a oír que María nos bendice y especialmente que diga que nos da su "bendición maternal", que nos da su "bendición especial", que nos da su "bendición de paz y de amor" y también la "bendición de Dios". Varias veces ha dicho que Ella nos bendice y algunas veces ha expresado incluso que nosotros podemos llevar esa bendición a los demás, a fin de que todos puedan tener paz. Por tanto, al meditar en estas bendiciones, podemos decir que la primera bendición que María nos da es su presencia misma aquí y esto es también lo que significa "la bendición del Niño Jesús". María, como madre, dio a luz a Jesús y Su nombre es Emmanuel --Dios con nosotros-- y El está aquí por nosotros. El vino a salvarnos y a mostrarnos el camino del amor, la paz, la luz y la verdad y a apartarnos del mal. Con el pecado entró la maldición y con Jesús viene la bendición. En hebreo, la palabra 'bendición' significa también un don, una gracia y paz. En griego y en latín significa decir algo bueno de alguien o actuar bien con alguien. Quien bendice da algo y se vuelve, pues, una nueva persona para el otro. Se trata de una nueva relación.
Cuando Dios nos bendice, sabemos que El nos ama y que está con nosotros. Cuando María nos trae la bendición de Dios, nos está dando lo mismo que Dios nos da a través de Su bendición. Cuando nosotros bendecimos, establecemos de nuevo esa relación que se perdió en el Paraíso a causa del pecado. Cuando Dios creó al hombre, tuvo una relación de amistad con él, a quien le había dado todo porque era "bendito"; pero el hombre pecó al actuar en desobediencia a Dios y de ese modo perdió Su amistad. Perdió esta bendición y Dios dijo a la serpiente --que es Satanás-- que sería "maldita", pero los efectos del pecado, la maldición, también recayeron sobre el hombre. Perdió la amistad con Dios y tuvo que abandonar el Paraíso. Surgió una mala relación, una relación adversa entre el hombre y Dios, entre el hombre con el hombre, pero también entre el hombre y la naturaleza, porque la naturaleza entera también se volvió contra el hombre.
Por la Biblia sabemos, por ejemplo, que Dios bendijo a Abraham con una bendición especial, diciéndole que a través de él toda la humanidad sería bendecida y que Dios bendeciría a quienes él bendijera. Dios le dijo a Abraham que él sería una bendición para los demás. También Noé fue bendecido de un modo especial y su bendición pasó a sus hijos, de tal modo que también ellos pudieran renovar el mundo con un nuevo espíritu. Cuando María fue a ver a Isabel, Isabel la saluda como "bendita entre las mujeres" y cuando Zacarías recupera el habla, bendice a Dios. En esta bendición decimos que se encuentra la dimensión escatológica y esto significa, que quien bendice está preparando el camino al Mesías. Esto, porque todo aquel que bendice se decide a traer bondad a su relación con Dios, consigo mismo, con los demás y con la naturaleza como Dios lo había planeado -- todas esas relaciones que se perdieron a causa del pecado. San Pablo dice en la carta a los Efesios que todos hemos sido bendecidos en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales. Jesús mismo bendice el pan antes de multiplicarlo y también antes de darnos la Eucaristía, cuando bendijo el pan y el vino y oró sobre ellos. Jesús bendice a Sus apóstoles antes de Su Resurrección y también les da la tarea de bendecir, así como de ser una bendición para los demás. Cada vez que ellos sanaban a los enfermos, proclamaban la palabra de Dios, perdonaban los pecados o expulsaban a los demonios, lo que estaban haciendo era atraer más bendiciones.
Es muy importante entender que todos nosotros somos bendecidos con la bendición de Dios y que, de este modo, también nosotros podemos ser una bendición para los demás. Pero asimismo debemos saber que a través de la bendición de Dios somos liberados de todas las maldiciones del pecado, de ahí que nunca más debemos volver a maldecir. Con todo, sucede que muy fácilmente nos maldecimos unos a otros hoy en día. Bendecir es el camino de salida de la muerte a la vida, de la angustia a la paz, de la pena al gozo y de la oscuridad a la luz. Maldecir significa todo lo contrario. Quien maldice lleva a otros de la vida a la muerte, de la luz a la oscuridad y de la comunión a la exclusión. Especialmente, los padres de familia deben ser conscientes que ellos han sido bendecidos y que deben ser una bendición para sus hijos. Cuando ellos aman, cuando viven como pareja en paz, cuando se reconcilian, todo esto, podemos decir, les atrae bendiciones y al mismo tiempo los convierte a ambos en una bendición para los hijos. ¡Qué duro es cuando en una familia nadie ama, nadie comprende al otro! Solemos decir que ahí hay una maldición y que por ser gente maldita ya no pueden vivir el amor, la paz y la confianza unos hacia otros. El hecho de que María esté con nosotros y todo lo que Ella dice y hace debe ser para nosotros un ejemplo a fin de abrirnos a la bendición y que todos nuestros actos se conviertan también en una bendición. María nos dice...
La paz es el primer fruto de la bendición de Jesús, porque cuando El -a través de Su presencia y de Su poder- pronuncia Su bendición sobre nosotros, desaparece toda angustia y viene la paz a nosotros. Y puesto que Jesús está tan cerca de nosotros en la Fiesta de Navidad, el gozo, el amor y la habilidad para que perdonemos y nos reconciliemos unos con otros también están a nuestro alcance. María dice después...
¿Por qué no tenemos paz? Dios lo hizo todo para que podamos tener paz y Jesús vino a nosotros como la paz y nos bendijo con Su paz, porque nos perdona y nos ama. Así pues, si no tenemos esta paz es sólo porque no nos abrimos a ella y porque con mucha facilidad la buscamos por caminos equivocados. Podemos decir que justamente porque queremos esa paz sin dificultades, escuchamos a los falsos profetas. No existe una paz fácil. La paz sólo viene cuando realmente nos empeñamos en ser buenos y comenzamos a luchar contra todo orgullo, envidia y cualquier dependencia. Todas esas cosas siguen siendo frutos terribles de la maldición que pesa sobre nosotros, pero el profundo anhelo de la paz auténtica no puede acallarse; tampoco podemos ser engañados con una paz falsa porque la angustia prevalece y eventualmente actuamos empujados por ella. Quien se sumerge en las drogas, en el alcohol, en un estilo inmoral de vida, en la mentira, en la obsesión de acumular más y más del mundo material que lo rodea, nunca encontrará la paz verdadera, porque nuestra alma simplemente no se deja engañar. Por eso, en un sentido más profundo, el hombre siempre sigue anhelando la paz verdadera y esto se aplica a cualquier ser humano y al mundo entero. Hemos conocido aquí a muchas personas que habían hecho lo imposible por adquirir la paz, lo cual, no obstante, sólo les trajo desaliento y soledad. Pero finalmente pudieron abrirse a la verdadera paz y, en ese sentido, Dios las bendijo en Medjugorje, porque viniendo aquí se convirtieron. Todo el proceso de la conversión se inicia con la Confesión, cuando el sacerdote, en nombre de Dios, pronuncia las palabras de la absolución y la persona es liberada de la maldición del pecado y el corazón se abre al gozo y la paz. María insiste con ese triple "oren, oren, oren" y luego nos dice lo que ocurre si no oramos.
Nadie quiere verse privado del gozo, la paz ni de un futuro. El miedo que persiste en el hombre es simplemente porque le hace falta este gozo, porque no puede encontrar la paz y porque no cree en el futuro. ¿De ese modo, cómo puede tener fe? ¿Cómo puede tener gozo y confianza en el futuro, si sigue cargando con la maldición del pecado y sus consecuencias? Podemos decir entonces que, en este mensaje, la oración es un encuentro con Dios y el tiempo en que permanecemos con El, que nos dejamos bendecir por El y ser liberados de la maldición del pecado. Cuando hacemos esto, el gozo y la paz vienen inmediatamente a nosotros e inmediatamente también tenemos un futuro. Los efectos del pecado son en realidad nuestra propia destrucción, la destrucción de los demás y de la Iglesia así como de la naturaleza. Con todo, la bendición es más poderosa, la luz es más poderosa y el amor es más poderoso porque el anhelo de paz en el hombre siempre subsiste, el alma no puede ser engañada y ésta es, también, nuestra esperanza. María nos alienta con su súplica a que siempre
El hombre siempre anhelará la paz verdadera y eventualmente también encontrará a Dios. Cada vez que ayudamos a alguien en su camino a encontrar a Dios, nos convertimos en una bendición para él o para ella. En este mensaje, con estos pensamientos, iniciamos también este Nuevo Año -- el Nuevo Año que ha sido consagrado a Dios Padre. Seguramente, en estos días, hemos expresado muchos buenos deseos y eso es bueno; pero, para ser capaces de bendecir y de ser una bendición para los demás, las palabras no bastan. Para ser capaces de bendecir, realmente se requiere de la persona entera -- la palabra, el corazón, la mente y todo lo que hagamos. Todos nuestros deseos podrán realizarse sólo si aceptamos y nos abrimos a esta bendición y nos decidimos, en el sentido de María, a ser una bendición para los demás. Aquí en Medjugorje, estamos en la escuela de María y en este nuevo Año debemos tomar conscientemente la decisión de escucharla, cuánto más tratándose del año del Padre Celestial. Dios Padre nos bendijo porque El nos creó, porque nos ama, porque nos envió a Su Hijo, porque El es misericordioso y porque nos ha liberado de la maldición del pecado. Comportémonos todos, pues, del modo que María desea de nosotros y abrámonos a Dios Padre en el próximo año. Demos lugar a una nueva relación con nosotros mismos, con los demás, con la Iglesia y con la naturaleza entera. Sólo así seremos capaces de vencer todo el mal que hay en el mundo. El pecado es muy activo y muy poderoso también, pero el bien es todavía más poderoso -- lo único que tenemos que hacer es trabajar valientemente en su favor. Y por esto los invito a que todos...
Dios, Padre Celestial, hoy Te damos gracias por Tus bendiciones y, al final de este año, Te agradecemos y bendecimos especialmente por todo el bien que nos has dado. Te presentamos cualquier maldición que aún prevalezca en nosotros, todos los pecados y todo lo que es negativo, y Te pedimos que nos liberes a fin de que podamos amarnos a nosotros mismos, a los demás y a la naturaleza entera. Te pedimos, Padre, danos la fortaleza para llegar a ser una bendición para los demás; que los padres y madres de familia sean una bendición para sus hijos y que los hijos sean una bendición para sus padres. Te pedimos por todos los que guían a la Iglesia y al mundo, para que también ellos sean una bendición para aquellos de los que gobiernan. Bendice, oh Padre, a todos los que nosotros hemos maldecido con nuestras palabras, nuestra falta de amor, nuestro orgullo, nuestra envidia, nuestros celos, nuestra esclavitud a las cosas de este mundo y nuestras relaciones equivocadas. Te pedimos que Tú los cures y los liberes de todos los efectos de nuestras maldiciones, a fin de que podamos encontrarnos unos a otros en el amor y la libertad interior y que por Jesucristo, Tu Hijo, oh Padre Celestial, seamos capaces de construir un mundo nuevo en Tu Espíritu. Te lo pedimos en nombre de Jesús, Tu Hijo, a quien Tú nos enviaste con María, la Reina de la Paz. Amén.
Fra. Slavko , Medjugorje,
Medjugorje, Diciembre 25, 1998