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¡Queridos hijos! Los invito, aún hoy, a orar de todo corazón y a amarse los unos a los otros. Queridos hijos, habéis sido escogidos para testimoniar la paz y la alegría. Si no hay paz, orad y la recibiréis. A través de vosotros y de vuestra oración, hijitos, la paz comenzará a fluir en el mundo. Por eso, hijitos, orad, orad, orad; porque la oración hace maravillas en el corazón de los hombres y en el mundo. Yo estoy con vosotros y agradezco a Dios por cada uno de vosotros que ha aceptado con seriedad la oración y que la vive. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

Comentario del mensaje

25 de septiembre de 2001 (Mensual)
25 de noviembre de 2001 (Mensual)
 
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